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La inmigración latinoamericana sufre la “paradoja del bienestar”

Las mujeres procedentes de América Latina viven en España en una complicada paradoja: mantienen económicamente a los familiares que han permanecido en su país de origen para mejorar su situación económica y social, pero a menudo se quedan fuera de los servicios sociales básicos en España. Es necesario mejorar sus condiciones laborales, reforzar el sistema de cuidados público y revisar la idoneidad de las partidas para la contratación de personas cuidadoras profesionales..

El 49,1 % de la población migrante latinoamericana que reside en la Unión Europea se ha asentado en España. En ello ha influido directamente el envejecimiento de la población española y las carencias del sistema público de atención a las personas mayores, que cada vez requiere más personal doméstico. Por otro lado, el hecho de que a la emigración latinoamericana se le haya impuesto una política migratoria más laxa que a las demás también ha contribuido a que la mayoría se asienten en España. En 2020, de los 454.000 empleados domésticos, el 64 % eran mujeres migrantes.

Para dichas mujeres, el cuidado profesional que realizan en España es imprescindible también para mantener económicamente la estructura familiar que ha quedado en su país de origen. Los acuerdos implícitos entre generaciones obligan a enviar dinero a progenitores, abuelos, hijos e hijas y otros familiares. Muchas veces, incluso después de la creación de una nueva familia en España, lo hacen en secreto, por fidelidad.

“El bienestar que ofrecen las inmigrantes latinoamericanas a su familia de origen es difícil de lograr para ellas en España”

Por tanto, la estrategia de protección supraestatal de estas mujeres está condicionada por el equilibrio entre estos acuerdos informales intergeneracionales y las posibles rupturas de pareja que se produzcan después. Al mismo tiempo, la maternidad a distancia tiene un alto coste emocional para las mujeres migrantes, por no poder atender a los hijos que han quedado en su país de origen. Todo ello pone a las mujeres migrantes en una situación de gran vulnerabilidad.

Sin embargo, viven en una gran paradoja: para ellas es difícil alcanzar en España el bienestar que ofrecen a su familia de origen. La realidad es que en España la estabilidad laboral y el permiso de residencia son la llave para acceder a los servicios sociales, por lo que las mujeres migrantes cuidadoras carecen de protección social formal. Esta política no estructura bien la relación de bienestar.

Efectos secundarios de las políticas públicas

La investigación considera que la “paradoja del bienestar” es una consecuencia directa de las políticas públicas españolas. Por un lado, estas fomentan la contratación de trabajadores del hogar mediante la concesión de ayudas a las familias, en lugar de reforzar el sistema público de cuidados. Y, al mismo tiempo, la normativa laboral bloquea el derecho de estas empleadas migrantes a los servicios sociales básicos. Su bienestar está condicionado por factores estructurales.

Por lo tanto, la investigación señala que hay que revisar si las partidas que se asignan al cuidado de los familiares son adecuadas debido a los efectos secundarios que producen en ese contexto legal. En caso de mantenerse, se deberán adoptar medidas para mejorar las condiciones de todas estas mujeres migrantes. También consideran imprescindible adoptar medidas políticas para establecer un sistema de cuidados público fuerte.