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Diseño Participativo Radical: una metodología eficaz que sitúa a la comunidad en el centro de los procesos participativos

El Diseño Participativo Radical (DPR) es una metodología que va más allá de los procesos tradicionales de participación que se estructuran en la sociedad y que, en lugar de poner en el centro a la persona, la sustituye por la propia comunidad. Son procesos largos, pero se ha demostrado que pueden proporcionar respuestas innovadoras e integrales a las crisis sociales. La investigación aporta las claves necesarias para garantizar el éxito: renunciar al poder, fijarse en la resistencia de las organizaciones, atender a los privilegios y cuidar los traumas provocados por la opresión.

Este artículo científico analiza la innovadora metodología DPR y propone aprovecharla para hacer frente a las actuales crisis sociales, ya sean crisis ambientales, ciclos de pobreza y crisis económicas o conflictos sociales diversos (racismo, etnocentrismo, etc.). Porque, para hacer frente a estas crisis, no basta con los cambios individuales, sino que deben ser comunitarios. Por tanto, el DPR pretende orientar los procesos de toma de decisiones en el ámbito comunitario y plantear acciones colectivas.

Concretamente, propone una radicalización total de la participación individual frente a las metodologías participativas tradicionales. Más allá de ser un método inclusivo, en el que se pretende conseguir la diversidad de orígenes, edades, experiencias y perspectivas, convierte a las personas de la comunidad en miembros plenos del proceso, al mismo nivel que los diseñadores, con la misma voz y el mismo nivel de decisión. En consecuencia, las personas participan activamente en todas las fases del diseño, desde la fase de definición hasta la de implementación. El trabajo realizado se paga por igual a los miembros de la comunidad y a los diseñadores.

“Dado que en la sociedad el poder se estructura en determinadas instituciones y personas, es necesario que estas renuncien al poder”

La renuncia de los diseñadores al poder es una de las claves del proceso. Si no se permite a las personas de la comunidad cambiar y decidir realmente cualquier cosa, no será un proceso DPR. La estructuración social del poder en determinadas instituciones y personas hace imprescindible un ejercicio consciente de renuncia permanente, tanto de las instituciones como de los diseñadores y de los individuos privilegiados. Quien tiene poder no lo suelta fácilmente.

Privilegios y traumas de las personas oprimidas

En estos procesos es imprescindible tener conciencia de los privilegios. El mayor potencial de la comunidad surge cuando las personas en situación de privilegio y de desventaja se reúnen y se sitúan al mismo nivel de poder. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los miembros de comunidades colonizadas, oprimidas y marginadas experimentan a menudo vivencias traumáticas, por lo que los diseñadores que orientan el proceso deben ser capaces de identificar y cuidar estas señales de trauma para empoderar a estas personas.

Por otro lado, la investigación concluye que es importante dedicar el tiempo necesario a los procesos. Hay que respetar el ritmo de la comunidad y es fundamental tener paciencia y flexibilidad. Normalmente son más largos que los procesos participativos habituales.

Todas estas condiciones garantizan que los miembros de la comunidad planteen sus conocimientos e inquietudes y que las soluciones que se extraen del proceso sean más integrales y sostenibles. Por lo tanto, pueden ser muy útiles para dar respuesta a las crisis sociales, económicas y climáticas que tiene la sociedad en la actualidad.