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Solo el 40 % de los bosques del mundo mantienen la integridad ecológica
La cuantificación del impacto de las actividades humanas sobre los bosques ha puesto de manifiesto que la salud de estos corre peligro en la mayor parte del mundo. Al perder la estructura ecológica propia de los bosques, se pierden también los beneficios que ofrecían al planeta y a la sociedad. Por tanto, urge adoptar medidas de protección de los bosques que mantienen su integridad.
Los bosques son fundamentales para regular el clima, para favorecer la biodiversidad y para nuestro bienestar general, pero esta evaluación global ha revelado datos preocupantes: la actividad humana ha transformado ya el 60 % de los bosques que quedan en el mundo. La fragmentación y pérdida de conectividad de los bosques como consecuencia de las actividades humanas pone en peligro la integridad de los ecosistemas forestales y, en consecuencia, los beneficios que los bosques ofrecen al planeta.
Hasta ahora, la deforestación ha sido la principal preocupación, pero los investigadores tienen claro que el grado de transformación que han sufrido los bosques también es determinante para su salud. Diversas actividades humanas, como la urbanización, otras infraestructuras humanas, la agricultura y las talas de árboles, suponen la pérdida de la estructura propia de los bosques: la composición de las especies, la diversidad de edades de los árboles, la calidad del suelo y otros factores que constituyen la integridad de los bosques. En consecuencia, pierden también la capacidad de proporcionar beneficios esenciales para el planeta: almacenar carbono, abastecer al planeta de aguas limpias y crear hábitats necesarios para la biodiversidad.
Preocupación por los bosques europeos
Los investigadores consideran preocupante que apenas el 40 % de los bosques terrestres presenten un alto grado de integridad. Además, estos bosques solo se encuentran en determinadas regiones del planeta, principalmente en el norte de Canadá, el norte de Rusia, la Amazonia, África Central y Nueva Guinea. El resto de regiones, como Europa, el sureste asiático y Sudamérica, tienen en su mayoría bosques de baja integridad.
“La cartografía de bosques de alta integridad puede servir para incluirlos en los planes de protección especial”
Los resultados del estudio constatan la urgente necesidad de adoptar medidas para garantizar la integridad de los bosques. En primer lugar, es fundamental tener en cuenta algunos datos relevantes: en este momento solo el 27 % de los bosques de alta integridad se encuentran en zonas protegidas. Por lo tanto, habría que adoptar medidas para proteger a los demás. Por otro lado, los bosques situados en áreas protegidas presentan en muchos casos una integración media o baja. Dado que la actual ubicación en espacios protegidos no garantiza la integridad de los bosques, se considera necesario revisar la idoneidad de las medidas de protección.
IEl estudio propone la protección de bosques de alta integridad y la restauración de bosques de media/baja integridad. Para ello, es fundamental contar con estrategias y políticas de gestión eficaces, adaptadas al contexto de cada región. En primer lugar, proponen cartografiar los bosques autóctonos de alta integridad para asegurar su posterior puesta en valor y su inclusión en los Planes Especiales de Protección. Por otro lado, consideran imprescindible que los políticos establezcan objetivos concretos y cuantificables para mejorar la integridad de los bosques, y recuerdan que evitar la pérdida de integridad es siempre una estrategia mejor que la regeneración forestal, ya que la restauración es más costosa y difícil.
En primer lugar, proponen cartografiar los bosques autóctonos de alta integridad para asegurar su posterior puesta en valor y su inclusión en los Planes Especiales de Protección. Consideran indispensable abordar este camino dentro de la estrategia global de la Organización de las Naciones Unidas, que tiene como objetivos el clima, la biodiversidad, el desarrollo sostenible y la justicia social. De lo contrario, los investigadores consideran que no se podrán garantizar servicios que resultan esenciales para las generaciones futuras.